A veces nos enteramos de que se mueren bebes, o de que casi se mueren, o de que se abandonan. Y aunque es obvio que no amamos a nadie, y mucho menos a los bebes (y dentro de «los bebes», mucho menos a las bebas) cuando nos enteramos de algo así nos indignamos y nos horrorizamos.  No siempre y no siempre igual. Nos indignamos y nos horrorizamos mucho más cuando esos niños son abandonados por sus madres. En la calle, en un contenedor, al lado de una perra de la calle que le da de mamar al bebé mientras ella está tirada en el piso.

La gente con mente de pene – de ambos sexos – se indigna, se horroriza y hace lo que hace mejor cuando se indigna y horroriza, que es odiar, con el odio barato de outlet cheto que odia esta gente, que ni odiar odia bien. ODIAMOS a la madre, ¿verdad? Ella es la verdadera «perra», es la «puta» que no merece vivir. La «hija de puta» que habría que matar y torturar un poco antes. La odiamos. No sabemos quién es, no sabemos si hubo un padre que la violó, un novio que la vendió, un amigovio que la proxeneteó, una madre alcóholica también cagada a palos por su machodueño, no sabemos si tiene esquizofrenia ni ninguna otra cosa, buena o mala sobre ella. Sabemos que estaba ahí en esa situación, en la que no estamos.

Pero la odiamos, la odiamos con toda la moralina que sabemos que hay tener y que defendemos aún cuando sabemos que no la cumplimos y que aún cuando la cumplimos porque la defendemos.  Aceptamos el linchamiento de cualquiera que rompa unas reglas que aceptamos que sean más importantes que otras. Porque alguien rompió una ley que si no existe tiene que existir, y que seguro existe antes de esto. Alguien rompió una ley si esa madre fue maltratada, abusada, violada, excluida, torturada, vendida, alquilada, violentada, empobrecida, desempleada, dopada, desahuciada, desalojada.  Alguien rompió una ley si la única persona en el Universo responsable de la vida de ese bebé es UNA mujer en un sistema anti-mujer.

Porque no anda lo de la partenogénesis. Este hijo lo hizo un hombre también. Un hombre del que tampoco sabemos nada pero al que perdonamos o condenamos muy levemente, como para cumplir, aceptando un orden natural donde los hombres son hombres pero las mujeres somos madres. Un orden natural en el que el macho abandona la cría que queda al cuidado de la madre, como en el Discovery. Nadie se pregunta si el padre se fue porque es un nene bien que se cogió a una chica que luego tiró como basura, si era un proxeneta, si le pegaba, si la violó. Nadie se pregunta eso. Nadie se pregunta nada. No hay dudas: ella rompió la Regla Superior, la que no se puede romper nunca. La que SOLO se aplica a las mujeres. La ley que no es igual para todos que dice que lo peor que puede hacer un ser humano es hacer algo CONTRA su cría.  La ley más importante de todas la rompió una mujer.

Los otros rompieron muchas leyes también. Pero a esos no los odiamos. A esos no hay que matarlos.  Hay que matarla a ella.

Ella es una «perra», una «puta». Ella es la mujer.

Somos un basuro hipócrito.

El padre es una puta, el padre es una perra, el padre es un cobarde que no estaba ahí porque podía no estar ahí, porque la última esclava, la última responsable, la que va a poner el cuerpo – desde el instante en que saca la pija cansada y muerta de adentro de ella hasta que ella se muera- si lo aborta, si lo tiene, si es cesárea, si es innecesárea, si lo bautiza, si no, si se enferma, si se mata, si se muere, si lo educa, si lo deseduca, si lo quiere, si lo mantiene, si no lo mantiene, si le da la teta, si deja de trabajar, si no deja de trabajar, si el nene cuando crece viola, mata, roba, embaraza mujeres y las deja tiradas y ellas terminan borrachas en la calle mientras una perra le da de mamar al nieto… en todos esos casos, la que va a poner el cuerpo, la que va a pagar todos los precios, es ella.

Y como está ella, que va a pagar el precio, la que va a ser la puta y la perra que hay que matar, él puede no estar. Todos podemos no estar. Todos los que sabemos que esto puede ser así, todos los que trabajan en lugares donde se ve y se sabe esto, todos los que gobiernan en lugares donde se ve y se sabe esto, todos los perras, todos los putas que hay que matar que somos, podemos no estar.

Porque al final, cuando decimos que una mujer es una perra lo que queremos decir es otra cosa, pero sabemos que humilla más, que duele más, que mata más decir “perra”. Queremos decir  egoísta, ambiciosa, segura, cogible, cogedora, mala.

Porque desde el principio, cuando decimos que una mujer es una puta lo que queremos decir es otra cosa, pero sabemos que humilla más, que duele más, que mata más decir “puta”. Queremos decir gorda, vieja, rubia, torta, promiscua, hedonista, idiota, egoísta, ambiciosa, segura, cogible, cogedora,”friendzonadora”,  mala.

Y casi todos, a veces, muchas, pocas o todas, somos algo de eso. Pero decimos perra y puta. A ella. A nosotras, las personas con mente de pene de ambos sexos, no.

Nosotros somos los buenos.